El hombre levanta su maravilloso edificio para protegerse del
caos, y este enorme parasol lo va dejando cada vez más pálido y sofocado.
Entonces llega un poeta, enemigo de la convención, y hace un agujero en la
sombrilla, y ¡epa!, el caos se asoma por ahí como una visión: el agujero es una
ventana al sol. Pero después de un momento, acostumbrado ya a esa visión, y
descontento con ese asomo de caos, el hombre común y corriente pintarrajea un
simulacro de la ventana abierta al caos y utiliza esa tela para parchear la
sombrilla. Es decir: se acostumbra a la visión y esta se vuelve parte de la
decoración de su casa.
D. H.
Lawrence
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