Lo que se aprende en la madurez no son cosas sencillas,
como adquirir habilidades e información.
Se aprende a no incurrir en conductas autodestructivas,
a no dilapidar energía por causa de la ansiedad.
Se descubre cómo dominar las tensiones,
y que el resentimiento y la autocompasión
se encuentran entre las drogas más tóxicas.
Se aprende que el mundo adora el talento,
pero recompensa el carácter.
Se comprende que la mayoría de la gente
no está ni a favor ni en contra de nosotros,
sino que está absorta en sí misma.
Se aprende, en fin, que por grande que sea nuestro empeño
en agradar a los demás
siempre habrá personas que no nos quieran.
Esto es una dura lección al principio,
pero al final resulta tranquilizadora.
P. Garner