Todos los fenómenos se pueden experimentar de dos modos. Estos dos modos no son arbitrarios, sino que van ligados al fenómeno y están determinados por la naturaleza del mismo o por dos de su propiedades:
exterioridad-interioridad
La calle puede ser observada a través del cristal de una ventana, de modo que sus ruidos nos lleguen amortiguados, los movimientos se vuelvan fantasmales y toda ella, pese a la transparencia del vidrio rígido y frío, aparezca como un ser latente, "del otro lado".
O se puede abrir la puerta: se sale del aislamiento, se profundiza en el "ser -de afuera-", se toma parte y sus pulsaciones son vividas con sentido pleno.
Kandinsky; punto y línea sobre el plano.